“Pues nada, en asuntos de milicia todos sabemos más que todos los generales; si de Derecho se trata, estamos por encima de los presidentes de Audiencia; en Teología dejamos tamañitos a los arzobispos; en Marina somos unos ballenatos …
En todo somos eminencias.
Por eso hoy que el caso lo requiere, nos dedicamos a Generales de Reportería.”
Por MELITÓN GONZÁLEZ.[1] Dibujos: del mismo.
Artículo escrito durante la “guerra de Margallo” en Melilla (1893 – 1894)
GENERALES DE REDACCIÓN
Fui a visitar las tan celebradas ruinas de Itálica [2], acompañado de un amigo artista.
Dentro de lo que fue circo romano, explicábame mi acompañante el sitio donde se levantaban los gladiadores después de la lucha; cuál era el chiquero[3] de donde salían las fieras; lugar de la presidencia; dónde se colocaban los lictores, dónde los soldados; departamento destinado a depósito de muertos, y otros detalles y pormenores explicados de tan buena fe y tan poseído de su exactitud como pudiera explicar el último partido a cesta jugado en el Frontón Barcelonés.
No estábamos solos. Atento a la plática histórica se encontraba también a nuestro lado el guarda de aquellas ruinas; un andaluz viejo y socarrón.
Así que mi amigo hubo terminado con sus conocimientos arqueológicos, el guarda miróme sonriente, guiñó el ojo, encogió los hombros, señaló ligeramente al disertante, y dijo:
- Aquí too er que viene se despacha á su gusto.
¡Cuántas veces he recordado esta salida!
Especialmente estos días en que tanto se habla de la cuestión de Marruecos.
No puedo apartar de mi la ocurrencia de aquel buen hombre.
Porque ya lo habrán ustedes notado; todo el que se ocupa de Melilla se despacha a su gusto, como todos los visitantes de las ruinas de itálica.
No hay mas que tomar los periódicos.
La mayoría pide el Gurugú[4] solo; otros, el Gurugú con puré de patata; alguno propone tomar el Gurugú empezando por la cumbre, ya que por abajo había de costar mucho, y se vuelven airados contra el ministro de la Guerra, diciéndole:
- ¿Por qué no llevan los ingenieros[5] sus globos?
Y no van descaminados. Pueden emplearse en la conducción de tropas por los aires; infantería aérea de desembarco en lo más alto del Gurugú.
El Gurugú ha trastornado a bastantes plumas mecánicas. Y no es esto lo peor, sino que han llegado a inculcar en el vulgo la creencia de que ondeando allí nuestra bandera ya no había que pagar la cuenta al sastre.
Varias tonterías se han pedido, pero la del Gurugú es la que ha hecho más prosélitos. Este fenómeno se debe al nombre del monte, porque eso de Gurugú se parece a guirigay, zaragata[6] o río revuelto.
También he leído la conveniencia de poseer el Cabo de Tres Forcas [7] y establecer allí tres faros (uno para cada forca). A esto contesta otro órgano de la opinión que, no refiriendo la historia ningún tropezón de barcos contra el referido cabo, encuentra más práctico establecer allí una tienda de lavado y planchado, una administración de loterías o una peluquería donde se corte y rice el pelo, cosas de las que carecen los rifeños, según opinión de Julio Cervera [8], Bonelli [9] y[10] otros autorizados africanistas.
- No tenemos generales, oímos decir de continuo.
Error grandísimo.
No hay periódico que no disponga de un Napoleón Bonaparte, lo menos.
A lo mejor el general de redacción es algún excadete que no pudo deglutir el orden abierto y se vio obligado a colgar la guerrera.
Pero eso no quita para que increpe a López Domínguez [11] por poco previsor, y no haber echado a tiempo un segundo piso a Melilla donde albergar seis mil hombres más.
Como éste conozco varios Wellingtons doctores en El Juanito y en El amigo de los niños, socios honorarios del Bohemis-Club, que a diario meten la pluma de modo criminal en los asuntos de Marruecos.
El militarismo les atrae, como atrae lo desconocido, y allá se van cuartillas confundiendo la Zapa turca con la Zapatiesta, el alza del fusil con la de fondos públicos, y la preponderancia de las piezas con la de España al otro lado del Estrecho.
¿Qué no?
Yo he leído, escrito por uno de esos Gonzalos de Córdoba, que el Batallón había desplegado en polinomios.
Otro Cormontaigne de redacción escribía en cierta ocasión:
“Rodeando el reducto había gran número de alambreras para detener el asalto de la caballería.“
¡Confundir las alambradas con las alambreras [12] de los braseros! Y luego … eso de la caballería marchando al asalto de una fortificación, con escaleras y todo, supongo yo, pues no pretendería el General Reporter que los jinetes hicieran la tortuga.
Con motivo de la reciente desgracia[13] en Santander, ha escrito un célebre Peixans del reporterismo:
“Como sabemos todos, la nitroglicerina es una mezcla de nitrogli y cerina; lo primero se extrae del nitro o salitre y lo segundo de la cera amarilla.”
Pues bien, estos son los encargados de formar la opinión del público, hablando bien o mal de las operaciones realizadas por el General Macías [14], según se les consienta o no estar dentro de la plaza[15].
Estos son los que llenan la cabeza del público con aires del Gurugú, y le hacen creer que allí vendría de perilla un observatorio astronómico; que una colonia agrícola en el Atalayón [16] nos pondría a quince céntimos el metro de salchichón de Vich; que es para nuestra patria una vergüenza no tener faro en el cabo de las Tres Forcas alumbrando los nidos de las desventuradas gaviotas habitantes de aquellas acantiladas orillas; que es una desidia incomprensible no explorar el comercio de monas en Tetuán y tener el Atlas[17] sin encuadernar con tanta piel como hay de sobra en Tafilete[18].
En verdad que no me explico los apuros del Gobierno, dado el caso que intente mandar a Melilla otro General cuando empiecen las operaciones.
Lo práctico será ir de redacción en redacción y echar un guante de eminencias militares, diciendo:
- En nombre de la patria. ¿Tienen ustedes la bondad de presentarme ese Napoleón Bonaparte que anda por ahí?
Otro periódico prestaría su Turena [19]; otro, su Brialmont [20]; otro, un Moltke [21] o dos y, así, dispondríamos de un cónclave de sabios con los cuales, y sin más que diez hombres con Maüser [22], dispuestos a dormir donde les cogiese la noche, sobre la punta de la bayoneta, comer cantos rodados y arena de la playa, y decididos a no beber más que sangre africana … entonces sí que, en menos que canta un farruco[23], sometíamos las kábilas [24] de Gazuza [25], Frambuesa, Ven a Comer y Ven a Almorzar.
Somos así: nos parece muy bien y muy razonable que el zapatero remendón de la esquina entienda de medias-suelas más que nosotros, y a él nos sometemos incondicionalmente cuando le enviamos unas botas para componer; como reconocemos superioridad en nuestra cocinera y en la que nos plancha la ropa, y en otras personas ocupadas en cosas al alcance de todos los caletres.
Pues nada, en asuntos de milicia todos sabemos más que todos los generales; si de Derecho se trata, estamos por encima de los presidentes de Audiencia; en Teología dejamos tamañitos a los arzobispos; en Marina somos unos ballenatos …
En todo somos eminencias.
Por eso hoy que el caso lo requiere, nos dedicamos a Generales de Reportería.
[1] En 1882, al capitán de Ingenieros D. Pablo Parellada Molas se le asignó la elaboración de un trabajo sobre Colonización del campo exterior de Melilla, para lo cual se desplazó a esa ciudad. El trabajo efectuado por Parellada no tuvo incidencia práctica porque la colonización agrícola siguió su proceso independiente de aquel, y tuvo vida efímera al revocarse la concesión en 1893.
Su conocimiento de la ciudad se plasma en el artículo que, con motivo de la “Guerra de Margallo”, y bajo el título “La pesca del gallo en Melilla”, publicó en la revista Blanco y Negro del 21 de octubre de 1893, firmado con su ya popular pseudónimo “Melitón González”. Ese cuento se publicó a poco de iniciarse la «Guerra de Margallo» o “Primera Guerra del Rif”: una campaña de las guerras de España en Marruecos que tuvo lugar entre 03-oct-1893 y abr-1894. En este caso, la lucha no fue contra el sultanato de Marruecos, como había sucedido 34 años antes en la llamada Guerra de África de 1859 a 1860, sino contra las tribus o cabilas que rodeaban Melilla.
[2] Itálica es una antigua ciudad romana situada en el actual término municipal de Santiponce (Sevilla).
[3] Chiquero: Cada uno de los compartimientos del toril en que están los toros encerrados antes de empezar la corrida
[4] El monte Gurugú es el punto más elevado de la península del cabo de Tres Forcas, en la costa norte de Marruecos, donde se halla también la ciudad autónoma española de Melilla, y forma parte de la sierra de Nador. El Gurugú domina parte la ciudad de Melilla y fue escenario, a principios del siglo xx, de encarnizados combates entre tropas españolas y la resistencia rifeña de Abd el-Krim; cabe destacar la acción militar del Barranco del Lobo, en el que tropas españolas fueron derrotadas por los rifeños, el 27 de julio de 1909. Actualmente es el refugio de muchos inmigrantes irregulares de regiones subsaharianas que aguardan en sus laderas una oportunidad para entrar en Melilla, es decir, en España.
[5] El Servicio Militar de Aerostación (o de Aeroestación) se creó en España por un real decreto del 24 de diciembre de 1884, con asignación a la cuarta compañía del Batallón de Telégrafos (del Cuerpo de Ingenieros), con base en Guadalajara.
[6] ZARAGATA: f. coloq. Gresca, alboroto, tumulto.
[7] El Cabo de Tres Forcas es un cabo situado en la provincia de Nador en Marruecos, en aguas del mar mediterráneo. En la cara oriental de la península del cabo de Tres Forcas se encuentra la ciudad española de Melilla.
[8] Cervera y Baviera, Julio. Segorbe (Castellón), 23.I.1854 – Madrid, 24.VI.1927. Teniente coronel de Ingenieros, científico, explorador africanista, escritor y político. Autor, entre otras obras, de “Expedición al Interior de Marruecos”, 1884.
[9] Bonelli Hernando, Emilio. Zaragoza, 7.XI.1855 – Madrid, 25.XI.1926. Militar, geógrafo y explorador.
[10] Advertimos al lector que los dos militares y africanistas citados tenían la misma edad que el autor de este artículo, el oficial de Ingenieros Pablo Parellada, alias “Melitón González”.
[11] José López Domínguez (Marbella, 29 de noviembre de 1829-Madrid, 17 de octubre de 1911) fue un militar y político español. Ocupó la presidencia del Consejo de Ministros desde el 6 de julio al 30 de noviembre de 1906. Dos veces Ministro de la Guerra: 13 oct. 1883-18 ene. 1884; y, 11 dic. 1892-23 mar. 1895, periodo éste en el que aconteció la llamada “guerra de Margallo” (03-oct-1893 y abr-1894) , que le benefició con un ascenso a capitán general.
[12] Alambrera: 1. f. Red de alambre que se pone en las ventanas y otras partes. 2. f. Cobertera de red de alambre, generalmente en forma de campana, que por precaución se pone sobre los braseros encendidos. 3. f. Cobertera de red muy tupida de alambre, y generalmente semiesférica, que sirve para cubrir y preservar los alimentos.
[13] El autor hacer referencia al vapor “Cabo Machichaco”; sufrió un incendio el 3 de noviembre de 1893 mientras estaba atracado en uno de los muelles del Puerto de Santander, explosionando su cargamento de dinamita; fue la mayor tragedia de carácter civil ocurrida en España en el siglo XIX.
Parellada estaba entonces destinado en el Primer Regimiento de Zapadores Minadores (Logroño), Primer Batallón, Plana Mayor, siendo el Cte. Ayudante. Su unidad se desplazó a Santander en ferrocarril para ayudar a mitigar los daños; acción descrita en el MEMORIAL DE INGENIEROS DEL EJÉRCITO, número XI, noviembre de 1893.
[14] Manuel Macías y Casado (Teruel, 3 de noviembre de 1844 - Madrid, 7 de noviembre de 1937)fue un teniente general español. Sirvió o se desempeñó en la labor de gobernador-general de Puerto Rico durante la Guerra hispano-estadounidense y como gobernador de Melilla —el único que lo ha sido en tres etapas diferentes, una de ellas 1893-1894, y ocupó otros variados cargos.
El 28 de octubre de 1893, con motivo de los sucesos de Melilla (“guerra de Margallo”), fue nombrado gobernador militar de la plaza. El 3 de noviembre ascendió a teniente general por servicios en campaña. Distribuyó sus tropas por las guarniciones de Cabrerizas Altas, Cabrerizas Bajas y Rostrogordo, entrando en combate con gran valentía y bravura. Poco después, en ese mismo año, fue nombrado teniente general en propiedad, siendo nombrado capitán general de las Islas Canarias en agosto de 1894.
[15] Se sobreentiende estar o no dentro de la Plaza de Melilla.
[16] En La Mar Chica, también llamada laguna de Nador; se encuentra a pocos kilómetros al sur de Melilla.
[17] La cordillera del Atlas, macizo del Atlas o simplemente Atlas es un sistema montañoso que recorre, a lo largo de 2400 km, el noroeste de África. La cordillera recorre Túnez, Argelia y Marruecos, siendo su pico más alto el Toubkal, con 4167 m, al sudoeste de Marruecos.
[18] Pablo Parellada hace un juego de palabras, para encuadernar un atlas... Se denomina tafilete a un tipo de cuero de piel de cabra bruñida y lustrosa, más fina que el cordobán. Se suele emplear en encuadernación, donde desde el siglo XVII sustituyó a la piel de becerro, así como en tapicería de muebles, bolsos, carteras, maletas, petacas, guantes, zapatos y objetos de escritorio. Generalmente se tiñe de verde, castaño, rojo, azul y negro. La etimología del nombre proviene de la región de Tafilete (Tāfīlālt) en el sur de Marruecos, donde se inició esta técnica.
[19] Enrique de la Tour d'Auvergne-Bouillon (Sedán, 11 de septiembre de 1611 - Sasbach, 27 de julio de 1675) fue un noble y militar francés. Conocido también como «Turenne» o Turena, era vizconde de Turena y fue nombrado mariscal de Francia en 1643 y Mariscal General de los campos y ejércitos del rey en 1660.
[20] Henri-Alexis Brialmont (Venlo, 25 May 1821 – Brussels, 21 July 1903), nicknamed The Belgian Vauban after the French military architect, was a Belgian army officer, politician and writer of the 19th century, best known as a military architect and designer of fortifications.
[21] Helmuth Karl Bernhard von Moltke (Parchim, 26 de octubre de 1800-Berlín, 24 de abril de 1891), también conocido como Moltke el Viejo para distinguirlo de su sobrino Helmuth Johannes Ludwig von Moltke (Moltke el Joven), fue un mariscal de campo alemán cuyo genio militar ayudó a convertir a Prusia en el Estado hegemónico en Alemania.
[22] El Real Decreto de 7 de diciembre de 1893 declaró reglamentaria en España una de las armas más modernas de la época: el Fusil Mauser español Modelo 1893, de 7,57 mm, (que sustituiría al fusil Remington 71/89 calibre 11 mm, modelo reformado del original estadounidense).
[23] FARRUCO: Del ár. hisp. farrúǧ, y este del ár. clás. farrūǧ 'pollo, gallo joven'. Un gallo o farruco es el protagonista del artículo de Pablo Parellada que, con motivo de la “Guerra de Margallo” y bajo el título “La pesca del gallo en Melilla”, publicó en la revista Blanco y Negro del 21 de octubre de 1893
[24] KÁBILA.. f., por Cabila. f. Tribu de Berbería.
[25] GAZUZA. f. fam. Hambre.
Relato publicado en: The Patent London Superfin González Melitón: Colección de artículos del chispeante escritor Pablo Parellada (Melitón González) con multitud de ilustraciones del mismo. (1896).