"JULIO: Ese atún ya sé yo quién es. (Cuando digo que la niña es de oro.) Yo preferiría pescar una dorada.
LELÉ: (¿Si seré yo esa dorada?)"
Diálogo en prosa, original de Pablo Parrellada.
Estrenado por la Compañía del Teatro Lara en 1908.
DE PESCA
PERSONAJES
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LELÉ
JULIO
DE PESCA
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Selva corta. El público figura un río; la batería, la orilla; la concha, una piedra.
Lelé por la derecha; después Julio por la izquierda.
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LELÉ (con cestita y objetos de pesca) No tengas cuidado, mamá, que no pasaré de aquí. Sí, ya sé que nuestra posesión termina en esta piedra. (La concha. Aparte.) Me servirá de asiento. Este debe ser un buen sitio de pesca: aquí el río forma un gran remanso... A ver qué dice el Manual del perfecto pescador, (se sienta.) « Artículo primero: En los días calurosos de verano, y en las horas en que el sol moleste, serán preferibles los sitios en sombra.» Es verdad. ¡Qué gran cosa son estos manuales de la Biblioteca popular!... «Artículo segundo: Todo pescador perderá el tiempo lastimosamente, si echa el anzuelo en agua donde no haya peces.» ¡Tiene razón! ¿Pero cómo averiguo yo si aquí los hay? «Manera segura de averiguar si hay peces en un río o en un estanque.» Muy bien. Esto es lo que a mí me interesa. «Para averiguar si hay peces en un estanque o en una laguna, tómese una vasija manejable, y con ella se irá sacando el agua poco a poco, hasta que el estanque o laguna quede en seco. El método es seguro. Si se trata de un río, bastará preguntarlo a personas bien informadas y que nos merezcan crédito.» ¿Y a quién pregunto yo? Tal vez el hombre aquel que está en la otra orilla. ¡¡Eh!! ¡Buen hombre! ¿Sabe usted si hay peces aquí en este remanso?
UNO (Desde la puerta de las butacas.) ¡No sé! ¡No me han pasado tarjeta!
LELÉ ¡Valiente estúpido! Y se va riendo de la gracia... Debe de haberlos. Agua tranquila y transparente que hasta permite ver las piedras del fondo entre las cuales me parece observar algún movimiento: indudablemente, aquí hay muchos peces, y muy gordos, y puede que alguna trucha que otra. «Artículo tercero: Según Copérnico, debe echarse cebo en el agua antes de pescar, pues esto tiene la ventaja de atraer a los peces.» ¡Ah, pues lo echaré! «Pero según Tico-Brahe, no debe echarse cebo antes de pescar, porque se hartan los peces y luego miran el anzuelo con desprecio.» ¡Pues hemos salido de dudas!... En fin, echaremos un poco: puede que alguno pique después, siquiera por agradecimiento. (Tira caramelos al público.) ¡Uy!... ¡Cómo acuden!... ¡Preparemos el anzuelo! (se sienta.) No sé por qué me da el corazón que no he de irme de vacío.
JULIO (con objetos análogos a los de LELÉ) Bien, me parece muy bien: para esto me he pasado yo la madrugada cebando el remanso; para que venga la hija del general, con sus manos lavaditas, y se lleve la pesca; sí, la niñita que acaban de sacar del colegio. Esta familia tiene el mundo por suyo y unos humos inaguantables. No, pues yo he de hacer valer mi derecho, (sube a la concha.) Con permiso.
LELÉ ¡Ay! (Se levanta )
JULIO No hay que asustarse, señorita; es un compañero de pesca que desde estas alturas besa a usted los pies; mejor dicho, sus piececitos.
LELÉ ¡Caballero!... ¿A quién ha pedido usted permiso para pescar aquí?
JULIO Al mismo a quien usted se lo pidió, al Sumo Hacedor que tuvo la feliz ocurrencia de hacer pasar el río Guadaloria por nuestras respectivas posesiones.
LELÉ Pues haga el favor de bajar.
JULIO ¿Yo?... ¡Ja, Ja! ¡Ya baja!
LELÉ ¡Es que llamaré a mi papá!
JULIO Y yo al mío, que no teme al general por muchos hombres que haya matado.
LELÉ Ya sé que el de usted ha matado muchos más.
JULIO Señorita, eso de insultar a los médicos es una injusta vulgaridad; cuando mi papá la haya matado a usted, entonces tendrá usted derecho de insultarle.
LELÉ Su proceder de usted es una inconveniencia.
JULIO A la que usted me obliga, poniéndose a pescar en esta parte del río que yo cebé de madrugada; con que ya sabe usted el refrán: el que quiera peces, que se cebe el remanso.
LELÉ ¿Tendrá usted la pretensión de que yo me vaya?
JULIO No soy tan grosero, y menos con una señorita tan... tan recién salida del colegio; pretendo solamente que reconozca usted el derecho que me asiste de pescar en esta parte del río, cebada por mí.
LELÉ ¡Ah, vamos; quiere usted que me vaya a otra parte del río sin cebar, y que deje la cebada para usted solo!
JULIO (Ya me la soltó.) Entendiéndose por «cebada » esta parte del río que yo cebé.
LELÉ Yo no hablo nunca con segunda.
JULIO (¡Te veo: es una niñita de oro!)
LELÉ Pues siento decirle que sólo tiene usted derecho a la mitad del remanso.
JULIO Basta que usted lo diga
LELÉ La línea que une esta piedra (La concha.) con aquélla (puerta de butacas.) es el límite común de nuestras dos fincas.
JULIO ¿Y qué?
LELÉ Prolongada esa línea a través del círculo que forma el remanso...
JULIO Perdone usted; no es círculo, es arco.
LELÉ ¡Círculo!
JULIO ¡Arco!
LELÉ Tengo aprobada la geometría en el Instituto con nota de sobresaliente.
JULIO Pues si yo soy del tribunal, la tumbo a usted en el círculo.
LELÉ Falta que sepa usted geometría.
JULIO Pregunte usted lo que quiera.
LELÉ ¿Qué son ángulos externos?
JULIO Los que no son internos ni medio pensionistas. Pregunte otra cosa.
LELÉ En fin, esa línea separa lo que del remanso pertenece a cada uno: lo dice la ley de aguas.
JULIO (¡Es una leguleya!) Acato la ley de aguas. (Baja de la concha.)
LELÉ Conque haga usted el favor de pescar en su jurisdicción. ( Se sienta en la concha.)
JULIO Acato la ley de jurisdicciones, (se sienta junto a LELÉ.)
LELÉ ¡No lo consiento! (Se levanta.)
JULIO ¿Por qué?
LELÉ Se nos pueden enredar los hilos... y además... hace mucho calor...
JULIO Buen remedio: estando a la orilla del río, báñese; yo cerraré los ojos.
LELÉ ¡Se baña usted!
JULIO No me hace falta.
LELÉ Lo creo: la cualidad dominante en usted debe ser la frescura.
JULIO ¡Muy bonito!... ¡Muy bonito! ¿Eso de la frescura, lo dice también la ley de aguas?
LELÉ Dice que los caballeros galantes cederán el asiento a las señoras.
JULIO Cuando no hay más que uno, pero aquí cabemos los dos holgadamente. En fin, en cuestión de galantería, prefiero pecar por carta de más que de menos; ahí tiene toda la piedra y si quiere le pondré mi chaqueta para mullido.
LELÉ No me hace falta mullido para sentarme.
JULIO Dios se lo conserve.
LELÉ Gracias.
JULIO Yo me siento en el suelo.
LELÉ Yo también. (Uno a cada lado de la concha.)
JULIO (Con el sombrero no le he visto bien la cara, pero me parece bonita.)
LELÉ (¡Su tipo no deja de ser interesante!)
JULIO ¡Buena suerte!
LELÉ Igualmente.
JULIO Señorita... Comprenda que esto es una ridiculez; el uno por el otro, el asiento sin ocupar, y precisamente, debajo está la hoya donde se albergan los más gordos.
LELÉ Cedo mi parte.
JULIO Y yo la mía.
LELÉ (Ya que se empeña...)
JULIO (Ya que ella no lo quiere...)
(Los dos van a sentarse.)
LELÉ ¡Ah! ...
JULIO Siéntese.
LELÉ No, no; usted.
JULIO De ninguna manera.
LELÉ Soy muy terca.
JULIO Bueno, pues a la suerte.
LELÉ Para el que pesque el pez más gordo.
JULIO Aceptado.
LELÉ Andando.
(Se sienta uno a cada lado, en el suelo.)
JULIO Celebraré que pesque usted un tiburón.
LELÉ No los hay aquí; si acaso algún atún.
JULIO Ese atún ya sé yo quién es. (Cuando digo que la niña es de oro.) Yo preferiría pescar una dorada.
LELÉ (¿Si seré yo esa dorada?)
JULIO (¡La verdad es, que la chiquilla es escantadora!)
LELÉ (¡Y es simpático!)
JULIO (Si no fuera tan agresiva...)
LELÉ Veo que la pesca con caña es muy aburrida.
JULIO Porque no está usted en el secreto. Este esport tiene grandes encantos: seguir con la vista el curso de las hojas, tronquitos y demás broza que pasa flotando; observar los remolinillos que se forman en la superficie del agua; el pajarillo que, revoloteando, se mete en el cañaveral de la orilla opuesta donde deposita una pajita en el nido, y luego otra pajita, y vuelve con otra pajita y luego Otra pajita. (Se caza un mosquito en la cara.)
LELÉ Siga usted: ya para lo que falta, acabe usted el nido.
JULIO La contemplación del bichito diminuto como grano de purpurina que bordea la hoja de una espadaña: la araña que teje su tela entre la caña y el hilo, la oruga que baja por el tronco de un árbol. (se caza otro mosquito en el cuello.)
LELÉ O que le cae a usted en el cuello.
JULIO Todo esto es muy distraído.
LELÉ Pues mañana, yo me traigo un piano de manubrio.
JULIO Mejor una pandereta, simpática Lelé.
LELÉ ¿Cómo sabe usted mi nombre?
JULIO Me lo ha dicho mi cocinera, que es el almanaque de Bailly-Bailliere de la vecindad, y estoy intrigado por saber de qué Santo se deriva nombre tan bonito. ¿Tal vez de Leonor?
LELÉ No, señor, de Nuestra Señora de la Buena Leche.
JULIO ¿Es abogada de los que la adulteran o patrona de las Navas del Marqués?
LELÉ No, de las nodrizas; llamarme María fuera cosa vulgar, y Buena, sería inmodestia.
JULIO Claro, y Buena leche es más propio de un establecimiento de vacas.
LELÉ ¡Es usted muy gracioso!
JULIO No pretendo serlo.
LELÉ ¿Y usted cómo se llama?
JULIO Julio de Díez, para servir a usted.
LELÉ ¿Julio de Díez?.., ¿Dónde he leído yo ese nombre?... Ah, sí; en un libro que tengo en casa.
JULIO ¿Un libro impreso? (se levanta intrigado.)
LELÉ Sí, señor; un libro que le cita a usted y que yo leo todos los días.
JULIO Me sorprende.
LELÉ En la séptima página dice: «Julio de Diez» o «Diez de Julio» es lo mismo, y se titula «El verdadero zaragozano.» (Toma vaquitas.)
JULIO Si eso es un chiste le ha salido a usted un poco retorcido; donde está escrito «Julio de Díez» nadie lee «Diez de Julio», a no ser que se trate de un escrito chino. Si también tiene aprobada la chinología, sabrá usted que los chinos todo lo hacen al revés y empiezan a leer por la última palabra del libro.
LELÉ ¡Caramba! qué cosas tan chinas sabe usted.
JULIO No lo dude.
LELÉ Empezarán la comida por los postres y acabarán por el vermut.
JULIO Y cuando han de subir una escalera empiezan por el último peldaño; todo al revés.
LELÉ Entonces los peces chinos, ¿por dónde se agarran al anzuelo?
JULIO Le estaría a usted bien empleado que le contestara. Pues ha de saber usted que lo he leído en un libro.
LELÉ No todo lo que dicen los libros es verdad. También el diccionario dice que «cangrejo» es un pez encarnado que anda hacia atrás, y ni es pez, ni es encarnado, ni anda hacia atrás.
JULIO Ni lo dice el diccionario.
LELÉ Sí, señor
JULIO Bueno, bueno; a pescar...
LELÉ ¿Pero hay peces aquí?
JULIO Más de una docena tiene usted en este momento alrededor del anzuelo.
LELÉ ¿Y por qué no pican, por cortedad?
JULIO Porque están muy bien educados y hay aquello de «usted primero».
LELÉ Hay peces más finos que los hombres.
JULIO Gracias. Cincuenta metros agua abajo, este río se une con el Guadalferro, río cuyas aguas llevan gran cantidad de hierro en disolución; por eso todos los peces se detienen aquí.
LELÉ Todos no; pasará el que necesite tomar agua de hierro.
JULIO Eso ... las señoritas descoloridas. En el colegio la tomarían muchas de ustedes, ¿verdad?
LELÉ Eso es lo que a usted no le importa.
JULIO Pero que muchas gracias... Lo digo porque papá recomienda mucho ese tónico.
LELÉ Pamplinas de los médicos. El hierro no se disuelve en el agua. Tengo aprobada la química y la física.
JULIO Elementos nada más. ¿A que no sabe usted el principio de Arquímedes?
LELÉ Sí, señor. Todo cuerpo metido en un líquido... sale...
JULIO ¿Qué?
LELÉ Sale mojado.
JULIO Pues el Guadalferro tiene tanto hierro en disolución, que mete usted un palo y sale con su conterita.
LELÉ Sí, ¿eh?
JULIO Mete usted un dedito y sale con su dedalito.
LELÉ Y se da usted un baño de pies y sale con herraduritas.
JULIO (¡Es tremenda!) Aunque duro, este le ha salido a usted mejor; pero protesto del calzado.
LELÉ No lo tome usted a ofensa... ha sido siguiendo el catálogo de lo que se fabrica en aguas tan prodigiosas.
JULIO No crea que me ofenden sus chanzas: al contrario, doy gracias al cielo que me trajo a este sitio donde he tenido la suerte de... encontrarme con usted, y yo...
LELÉ ¡Cállese, por Dios!
JULIO ¿Pues?
LELÉ Empiezan a picar.
(Desde aquí, todo intencionado.)
JULIO Pues no pierda la ocasión y tire fuerte.
LELÉ ¡Se fué! Usted tiene la culpa, que lo ha espantado con su charla.
JULIO No importa, si es de ley, él volverá y picará.
LELÉ ¿Cree usted?
JULIO ¡Ay, Lelé!... El cebo de usted tiene atractivos irresistibles!
LELÉ Harina de maíz: lo mejor para los barbos, según Copérnico.
JULIO ¡Harina de flor!... ¡Es mucho el anzuelo de usted!...
LELÉ ¿De veras?
JULIO Como que me siento pez.
LELÉ Y usted, ¿qué cebo emplea?
JULIO Lombriz; es lo recomendado para las doradas, según Tico-Brahe.
LELÉ ¡Chist!... Parece que pican
JULIO Ahora sí que no se escapa...
LELÉ ¿Quién sabe?... ¡Si viera usted los chascos que una se lleva!
JULIO Pero ese, parece que viene con buen fin.
LELÉ Cuando una cree que han tragado el anzuelo, dan un coletazo, y ¡adiós, pez!
JULIO ¡Ya, ya! (Que pica el pez.)
LELÉ ¡Ya Cayó! (Tira de la caña y saca un pez.)
JULIO ¡Y que es de primera!... ¿Sabe usted sacar el anzuelo?
LELÉ ¡Ya lo creo!
JULIO ¿Habrá usted pescado otros?
LELÉ Este es el primero ¡Ay!
JULIO ¿Qué es ello?
LELÉ ¡Que me he clavado el anzuelo!
JULIO ¡Caramba!... ¡Y eso puede enconársele. Permítame que le lave la herida. (Moja el pañuelo en el río.) Esto es: ¡ajajá! ahora pondremos un poco de tafetán: yo siempre llevo en la cartera; ¡tiene usted unas manos primorosas!... y... ¡qué dedines!... ni una estatua de Fidías.
LELÉ ¿Y qué clase de pez es éste?
JULIO No sé: pero no me cabe duda de que ha pescado usted un macho.
LELÉ Parece de la familia de los barbos.
JULIO Yo creo que es de la mía; de la familia de los Diez.
LELÉ ¿De la familia de usted?
JULIO Escúcheme, Lelé... Sepa que yo siento por usted... un... un...
LELÉ ¡Que pican en su caña!
JULIO ¡Es verdad!
(Corren a la izquierda.)
LELÉ A ver si usted también está de enhorabuena.
JULIO Nada; se arrepintió... ¡Ay, hermosa Lelé, si yo pescara lo que deseo!
LELÉ Constancia.
JULIO Soy la personificación de la constancia: llevo pescando desde que tengo uso de razón y aún no me he estrenado.
LELÉ Bues siendo así...
JULIO ¿Qué?
LELÉ Usted pescará.
JULIO ¡Ah! ¡El corcho titila!
LELÉ ¡Arriba!
(Julio tira y no saca nada.)
JULIO Nada. ¡He perdido! El remanso y la piedra son de su propiedad.
LELÉ Eso es que pesca usted por el procedimiento chino, y los peces, en vez de venir, se van...
JULIO ¡Es usted muy cruel con el vencido!
LELÉ ¡Voy, mamál
JULIO ¿Se marcha usted?
LELÉ Mamá me llama. ¡Adiós!
JULIO Espere; los hilos de nuestras cañas...
LELÉ ¡Ah!... se han enredado los hilos...
(Los enreda el apuntador.)
JULIO Como nuestras almas, y para siempre.
LELÉ Caballero. (Ruborizada.)
JULIO No deje de volver al remanso; esa piedra será su trono de Nereida que yo rodearé de adelfas y jazmines, para que el sol no moleste a la niña que yo adoro ..
LELÉ Adiós.
JULIO ¿Vendrá usted mañana?
LELÉ Mañana... no; vendré esta tarde.
JULIO ¿Y ese asiento? (Muy contento.)
LELÉ Para los dos.
JULIO ¡Bendita Seas! (intenta besarle la mano.)
LELÉ ¡Oh! no, no, no; besar la mano, no.
JULIO Debe echarse cebo antes de pescar. Lo dice Copérnico.
LELÉ No debe echarse, porque luego los peces miran el anzuelo con desprecio. Lo dice Tico Brahe.
JULIO Siendo así... Hasta la tarde.
LELÉ ¡Adiós! (Medio mutis.)
JULIO ¡Oye!
LELÉ ¿Qué?
JULIO Hay que despedirse de los peces.
LELÉ Dad un aplauso, simpáticos señores, y me río de los peces de colores.
FIN