sábado, 17 de junio de 2023

# "Pelé y Melé" (1917)


 “Pelé y Melé son Pelegrín y Meléndez; dos vencidos, verdaderos ejemplos del rigor de la desdicha.”

Diálogo en prosa, original[1] de Pablo Parrellada.

Estrenado[2] por la Compañía del Teatro Lara[3] el 26 de mayo de 1917.

PELÉ Y MELÉ

PERSONAJES

___

PELEGRÍN

MELÉNDEZ

La acción en Madrid, época actual.

PELÉ Y MELÉ

ACTO ÚNICO

___

Dos bancos en un paseo público. Jardines, al fondo. Sobre uno de los bancos hay un periódico[4] doblado.

(Salen PELEGRÍN por la izquierda y MELÉNDEZ por la derecha, lentamente, tristes y cabizbajos. Son dos pobres vergonzantes con reminiscencias de señor. Ven el periódico olvidado; van a cogerlo a la vez y se detienen.)

- - - - - - - - - - - - - -

PEL. ¿Acaso es de usted este periódico?

MEL. ¿Es de usted, por casualidad?

PEL. Caballero... yo pregunto.

MEL. Es que yo también pregunto, señor mío.

PEL. Es que yo pregunté primero.

MEL. Al hacerme esa pregunta, demuestra usted, que el periódico no es suyo.

PEL. Ni de usted tampoco, puesto que me pregunta si es mío.

MEL. Quiere decirse que no es de ninguno de los dos.

PEL. Por lo cual los dos tenemos igual derecho en él.

MEL. Y como el deseo de usted es incompatible con el mío, vengamos a un acuerdo: si el periódico es ministerial, para usted, y si es de oposición para mí.

PEL. Me parece muy bien. (Desplega el periódico.) Es independiente.

MEL. Pues tenga usted la amabilidad de dejarlo donde estaba.

PEL. Estoy lo bastante bien educado para hacerlo, sin necesitar que usted me lo indique (Deja el periódico.), sin que esto quiera decir que cedo mi derecho.

MEL. Ni yo el mío.

PEL. Entonces lo que procede es el statu quo. Dejemos lo que no es nuestro y continúe cada cual su camino. Entre personas delicadas, es la mejor manera de evitar cuestiones.

MEL. Sí, señor; así nos evitaremos llegar a un casus beli.

PEL. Pero conste que es porque soy muy prudente; pues cuando llega la ocasión, lo mismo me da un casus beli que un quesus boli.

MEL. Y a mi, cuando llega el caso, lo mismo me da un quesus boli que un quesus manchegui.

PEL. Hemos terminado. Servidor de usted. (Vase derecha.)

MEL. Muy señor mio. (Vase izquierda.)

(Pausa. Vuelven por donde se fueron. Pelegrín va a coger el periódico; entonces asoma Meléndez por la izquierda.)

MEL. Que iba usted a volver, estaba descontado, se lo conocí a usted en la cara.

PEL. ¿Y usted a qué vuelve, sino por lo mismo?

MEL. No, señor, yo vuelvo para proponerle un modus vivendi; que nos llevemos la mitad cada uno.

PEL. Sí, señor; eso es ponerse en razón.

MEL. (Toma el periódico.) Naturalmente. (Va a partir el periódico.)

PEL. (Le detiene.) ¡Un momento!

MEL. ¿Qué pasa?

PEL. La intención de usted es largarme a mi la plana de anuncios y quedarse usted con las noticias. También se lo he conocido en la cara.

MEL. Asi no hay manera de entendernos. Yo le he propuesto un modus vivendi.

PEL. Y usted lo que quiere es un modus mejorandi. Nada de partir el papel. Juguémosle a Cara O Cruz.

MEL. Conformes.

PEL. Eche usted una moneda por el aire.

MEL. ¡Moneda! Tendrá que echarla usted.

PEL. Si yo dispusiera de cinco céntimos, no disputaría la propiedad de un miserable papelucho.

MEL. ¿Tan desgraciado es usted?

PEL. Como usted no puede imaginarse.

MEL. Sirvale de consuelo el que por muy desgraciado que usted sea, lo soy yo mucho más, caballero.

PEL. No es posible.

MEL. Le apuesto a usted lo que quiera.

PEL. ¡Qué nos podemos apostar, desdichados de nosotros!

MEL. (Por el periódico.) El papel que tenemos depositado en el banco.

PEL. Tiene usted razón. Empiece usted el relato de sus desdichas.

MEL. Cá; lo que usted quiere, es hablar después que yo, para hacer las diez de últimas[5]. También se lo he conocido en la cara.

PEL. Bueno, empezaré yo; pero alternando, y prometa no poner en duda lo que yo diga.

MEL. Somos dos caballeros que hablan bajo su palabra de honor. Empiece usted.

PEL. Mi desgracia es hereditaria; porque me apellido Pelegrín, a todos les da por comerse el «grín» y me llaman Pelé.

MEL. Hombre, qué casualidad: yo me apellido Meléndez- les da por tragarse la mitad y me llamán Melé.

PEL. ¡Pelé y Melé!

MEL. Pero el llamarnos así no es una desgracia; es que seguimos la moda; ya ve usted: Fifí, Mimí, Lulú...; conozco familia elegante en la que ninguno tiene nombre de persona, mas que el gato, que se llama Enrique.

PEL. Hoy no tengo más profesión que la de perder el tiempo.

MEL. Digo lo mismo.

PEL. Ya ve usted qué desgracia, perder una cosa que tanto vale.

MEL. Por mucho que valga, no creo que sea desgracia perder una cosa que nada cuesta.

PEL. Veo que es usted un hombre muy bien equilibrado.

ME. Eso, sí; en cambio, tengo la desgracia de ser muy sensible.

PEL. Yo también; soy una sensitiva: cuando tiro del cordón de una campanilla, lo hago suavemente, como si temiera hacerle daño.

MEL. A mí se me saltan las lágrimas de ver sacudir el polvo a una alfombra.

PEL. No me extraña; yo no puedo ver cortar: una cabeza de ajos sin desmayarme.

MEL. Exceso de bondad.

PEL. Y tanto. ¿Por qué cree usted que en invierno llevo yo las manos metidas en los bolsillos?

MEL. Por el frio.

PEL. No, señor; por si tengo que dar la mano a una señora, dársela calentita.

MEL. Yo voy por la calle; veo un cartelito que dice: «Prohibido el paso», y salgo al trote. Y como vea un cartelito que diga: «Prohibido escupir en el suelo»...

PEL. Traga usted saliva.

MEL. No, señor; escupo en la pared.

PEL. Yo viví en la alta sociedad; ya ve usted si he bajado.

MEL. Yo habité siempre en magnífico piso principal y he tenido que subir a la bohardilla[6]. Diga usted si esto no es bajar.

PEL. Llevo una porción de noches sin dormir, porque ei cuarto inmediato al mío lo tiene un poeta que se pasa las noches escribiendo y, como en este Madrid hacen esos tabiques tan delgados y yo tengo un oído finísimo, el ris, ris de la pluma sobre el papel, no me deja dormir.

MEL. A mi me pasa lo propio, porque para oido fino el mio; en fin, yo sé que esta mañana la señora del cuarto inmediato se ha mudado de ropa interior, porque, a través del tabique, he oído perfectamenté el sutil frufru de la camisa al resbalar sobre el desnudo cuerpo de su dueña. Palabra de honor.

PEL. Caballero... esto no es dudar de su palabra, pero... me parece que usted se cuela.

MEL. Yo le he dejado a usted colarse[7] en la pluma del poeta; deje usted que yo me cuele en la camisa de la señora.

PEL. Yo empleé mi capital en la fabricación de un líquido para apagar incendios, y se quemó la fábrica.

MEL. El último dinero que me quedaba lo empleé en llevar a Cádiz y a Bilbao una partida de chalecos-salvavidas, y me hundi.

PEL. Yo he tenido que ser anuncio ambulante de un específico contra las berrugas[8].

MEL. Y yo de una fábrica de pieles.

PEL. ¿Usted vió por la calle una gran botella que andaba sola? Pues... dentro iba yo.

MEL. Yo fui por la vía pública vestido de oso blanco y me ladraban los perros. No le dé _ usted vueltas; por cada desdicha que me cuente le contaré otra mayor. Más desgraciado que yo no lo hay en el globo. ¿Está usted conforme?

PEL. No tengo más remedio que reconocerlo así.

MEL. Entonces, mío es el periódico. (Va a cogerlo.) Con su permiso.

PEL. No, señor; es mío.

MEL. ¡Caballero!...

PEL. Considere cuánta será mi desgracia que en este mundo no tengo más amparo que el de usted.

MEL. ¿No tiene usted más amparo que yo?

PEL. Palabra de honor.

MEL. ¡Pues sí que está usted lucido! Vaya... pues, usted ha ganado; lea su periódico con salud... y quede con Dios. (Medio mutis[9].) ¡Qué le vamos a hacer!...

PEL. Oiga usted, caballero; ante la nobleza de usted, yo no puedo consentir que se quede sin leer el periódico. Tómelo usted.

MEL. ¿Y... Usted?

PEL. Yo escucharé mientras usted lee en alta voz.

MEL. (Toma el periódico.) Es verdad; no habíamos caído en ello. (Cada uno se sienta en un banco.) En ese caso, ya que es usted tan atento conmigo, le ruego que me haga una indicación cuando lea algo que no sea de su agrado, y pasaré a otra cosa.

PEL. Convenido.

MEL. Empiezo. (Lee.) «Las subsistencias. Subida del pan.»

PEL. Eso páselo por alto, porque por mucho que el pan suba no ha de llegar a nuestra bohardilla.

MEL. Sí; pasemos el pan por alto. «La familia Real.»

PEL. Páselo por alto también.

MEL. ¿Por qué?

PEL. Porque ni usted ni yo pertenecemos a tan respetable familia; digo, yo por lo menos.

MEL. Yo tampoco. A otra cosa. «Robo importante. ¿Dónde están los ladrones?»

PEL. ¡Pero qué cosas tienen esos periodistas! ¡Que dónde están los ladrones! Nosotros leemos la Prensa para que nos lo digan, no para que nos lo pregunten.

MEL. Veo que sabe usted leer periódicos.

PEL. Siga usted.

MEL. «Toros en Calatayud. Telegraiha: Espadas: El Albañil y el Pájaro segundo. Frimer toro, cogido peón de Albañil. Pájaro, por el aire.»

PEL. No lea más, porque, digan lo que quieran, lo único interesante es el parte facultativo. A otra cosa.

MEL. «Anuncios »

«Tomó el chocolate Ezquerra

(que es el mejor de la tierra)

la señora de Pegote,

y se entusiasmó de modo,

que a veces se chupa el codo

y otras se muerde el cogote.»

PEL. (Suspirando.) ¡Chocolate!

MEL. ¡Quién fuese la señora de Pegotel

PEL. No lea nada de comer...

MEL. «Nodrizas.»

PEL. No las necesitamos.

MEL. «Cocineras.»

PEL. Nada tenemos que guisar.

MEL. «Perdidas.»

PEL. ¿Eh?

MEL. Digo «Pérdidas. »

PEL. A otra cosa. Todos esos que anuncian la pérdida de objetos de valor no es más que por darse tono.

MEL. Eso debe de ser; porque yo si me encuentro una botella, está desfondada; si una caja de cerillas, está vacía, y si es un botón, no tiene asa[10].

PEL. Yo no me encuentro más que cosas descabaladas: un guante, un mitón, un gemelo; cosas que la pareja tiene su valor, pero que una sola no vale cinco céntimos.

MEL. Sin embargo, hoy he salido con la esperanza de encontrar algo bueno, porque anoche soñé con un gran barco de la Trasatlántica lleno de carbón, y que la Compañía me regalaba la mitad del cargamento; y el soñar con el carbón aseguran que es presagio de encontrarse alguna casa de valor.

PEL. Majaderías en las que yo no creo.

MEL. Yo, sí.

PEL. Bueno, no lea usted las pérdidas, hágame el favor.

MEL. Hombre... Le voy a leer esta.

PEL. No, señor; se lo ruego.

MEL. Es que tiene mucha gracia, y se lo voy a leer aunque usted no quiera.

PEL. Bien; ya que se empeña. . .

MEL. «He perdido una magnifica bota[11] de charol, sin estrenar. Tengo la otra. Compro o vendo.»

PEL. (Intrigado.) ¡Compro o vendo! ¿Qué quiere decir eso? (Se levanta.)

MEL. Está bien claro: que vende la que le queda o compra la que ha perdido.

PEL. (Con alegría.) ¡Es verdad! ¿Qué va a hacer con una bota sola el pobre señor?

MEL. ¿Y quién le dice a usted que es señor y no señora?

PEL. (Saca una bota[12] del bolsilloA ver qué señora se va meter aquí dentro, como no sea para bañarse. (Es una bota muy grande.)

MEL. Sí; es una bota masculina.

PEL. ¡Una preciosidad!

MEL. Como que las dos juntas valdrán sus diez duros, y ahí tiene usted una sola: casi no vale nada.

PEL. Un caso en que la mitad de diez no es cinco. ¡Luego dicen de las matemáticas!

MEL. ¿Y usted ha sido el feliz mortal que se ha encontrado con esa obra de arte?

PEL. Y sin soñar con carbón. A ver las señas de la casa, y voy corriendo.

MEL. (Lee.) «Alcalá, 325.» Cerca de Vallecas.

PEL. Aunque esté en Guadalajara. Caballero... he tenido un alto honor en conocerle...

MEL. Digo lo mismo.

PEL. Quede con Dios. (Medio mutis.)

MEL. Antes... permitame que le felicite, como me felicito yo, pues a no haberme empeñado, contra su voluntad, en leer el anuncio de la pérdida, el hallazgo de usted carecería de valor, y ahora lo tiene gracias a mi.

PEL. Gracias a mí, que tuve la condescendencia de dejarle leer el periódico.

MEL. Bien; gracias a los dos; pero no quíero más cuestiones; le cedo mi parte generosamente.

PEL. A generoso no me gana nadie; véngase conmigo y... a partes iguales, y a comer juntos.

MEL. (Con tristeza.) ¡A comer, si; pero qué tristeza!

PEL. ¿Qué es eso? ¿Vamos a comer y se pone triste?

MEL. Pensando en si comeré mañana.

PEL. Ayer ¿pensó usted lo mismo?

MEL. Sí, señor; después que conseguí comer me puse muy triste pensando en si comería hoy.

PEL. ¿Ve usted cómo hizo el primo?

MEL. Me he convencido, Ya estoy

 contento. Vamos allá.

PEL. ¡Seamos felices hoy[13]

 y, mañana, Dios dirá!

 

(Vanse contentos.)

(Telón.)



[1]  Miércoles 21 de noviembre de 1917, GACETA DE MADRID. Página 378.  MINISTERIO DE INSTRUCCIÓN PÚBLICA Y BELLAS ARTES. CUERPO FACULTATIVO DE ARCHIVEROS, BIBLIOTECARIOS, Y ARQUEÓLOGOS.—REGISTRO GENERAL DE LA PROPIEDAD INTELECTUAL. Obras inscritas. 42.548.—Pelé y Melé: Entremés en un acto y en prosa, original, por D. Pablo Parellada Molas. Madrid, R. Velasco, imp. 1917.— con 12 págs (26.595.)

[2] El diario ABC hizo crónica del estreno en el apartado NOTAS TEATRALES en su edición del día siguiente. “Pele y Mele son Pelegrín y Meléndez dos vencidos, verdaderos ejemplos del rigor de la desdicha, y Pelé y Melé constituyen un graciosísimo entremés, en que se acusa la hilarante marca de fábrica de Melitón González.

[3] El teatro Lara es un vetusto teatro a la italiana construido en 1879 en el número 15 de la Corredera Baja de San Pablo del madrileño Barrio de Maravillas,​ en el entorno de lo que desde el último tercio del siglo XX se conoce como zona Malasaña.​ Nació de la iniciativa particular del "plutócrata Cándido Lara", y fue inaugurado el 3 de septiembre de 1880.

[4] El día del estreno de este Diálogo en el Teatro Lara, un ejemplar del diario ABC costaba 5 céntimos de peseta.

[5] Las diez de últimas 1. f. pl. En ciertos juegos de naipes, diez tantos que gana quien hace la última baza. Hacer alguien las diez de últimas 1. loc. verb. coloq. Actuar de manera que a la postre se quede sin nada de lo que ambicionaba.

[6] Bohardilla. Tb. boardilla. Del dim. del desus. boarda, y este var. de buharda. 1. f. buhardilla.

[7] Colar: 8. prnl. coloq. Decir inconveniencias o embustes

[8] “Berruga” en la edición impresa que hemos consultado. Aviso: La palabra BERRUGA no está en el Diccionario. La entrada que se muestra a continuación podría estar relacionada: verruga (verruga)

[9] Mutis. Del it. mutisi 'muévase', 'retírese', voz con la que el apuntador indicaba a un actor que saliera de la escena, imper. del ant. mutarsi, y este del lat. mutāre 'mudar, irse de un lugar'. 1. m. En el teatro, acción de salir de la escena un actor. U. t. en sent. fig.

[10] Ser del asa, o muy del asa. 1. locs. verbs. coloqs. Ser amigo íntimo, o de la parcialidad, de otra persona.

[11] Bota. Del fr. botte. 2. f. Especie de borceguí de piel o tela que usaban las mujeres.

[12] Bota. Del fr. botte. 1. f. Calzado, generalmente de cuero, que resguarda el pie, el tobillo y, a veces, una parte de la pierna. Bota de montar, de montaña, de esquí.

[13] Nota, la numerada con el “trece”: El espectador atento caerá en la cuenta, al contrario de Pelegrín, de que la bota encontrada no es la misma que la del anuncio, por lo que esa confusión provocará un nuevo revés cuando caiga el telón del que no participaremos.