Se publicaron diferentes versiones de “El
Idioma Castellano”, monólogo en verso de D. Pablo Parellada Molas, popularmente
conocido como “Melitón González”.
Aquí compartimos las leídas en la Revista BLANCO Y NEGRO, Madrid, número 1311, 02-07-1916, página 25; y en un libro con
monólogos editado por la SOCIEDAD DE AUTORES ESPAÑOLES, Madrid, 1918.
También, una versión del monólogo en
verso "El Idioma Castellano" que circula por la internet (abunda el
"copia y pega"), y cuya fuente documental original desconocemos.
Difiere de las versiones originales
diferentes y semejantes antes citadas: la de Pablo Parellada en 1918, y como
"Melitón González" en 1916.
Por ejemplo: esta versión vista en la
internet, contiene unas estrofas que no están en los dos originales consultados:
"De la cárcel al rector/ se le llama carcelero; / luego a quien es
director / de una prisión, ¡por favor! / Hay que llamar prisionero."
EL IDIOMA
CASTELLANO Monólogo
en verso |
||
Original de PABLO PARELLADA. Publicado en
un libro
con tres monólogos editado por la SOCIEDAD DE AUTORES ESPAÑOLES, Madrid, 1918. |
Original de MELITÓN GONZÁLEZ. Publicado en la Revista BLANCO Y NEGRO, Madrid, número 1311, 02-07-1916, página
25. |
Esta es una versión del monólogo en verso
"El Idioma Castellano" que circula por la internet (abunda el
"copia y pega"), y cuya fuente documental original desconocemos. |
Personaje: SEÑOR CALVO, de levita, con
un pequeño ramo en el ojal. ----- Pequeña
sala. Centro, primer término, mesa con tapete elegante. Discurso Señores: un servidor, Pedro Pérez Baticola, cual la Academia
Española, limpia, fija y da esplendor; pero yo lo hago mejor y no son ganas
de hablar, pues voy a hacerles observar de modo muy liso y llano que es
preciso meter mano al idioma castellano donde hay mucho que arreglar. ----- ¿Me quieren decir por
qué, en tamaño y en esencia, hay esa gran diferencia entre un buque y
un buqué? (El que lleva.) ¿Por el acento? Pues yo, por esa insignificancia, no concibo
la distancia de presidio a presidió, ni de tomas a Tomás,
ni del topo al que topó, de un paleto a paletó, ni de colas
a Colás. Mas dejemos el acento que convierte, como ves, las ingles
en un inglés, y vamos con otro
cuento. ¿A ustedes no les asombra que diciendo rico y rica,
majo y maja, chico y chica, no digamos hombre
y hombra? Y la frase tan oída de “el marido y la mujer” ¿por qué no
tiene que ser “el marido y la marida”? Por eso no encuentro mal si alguno me dice cuala, como
decimos Pascuala, femenino de Pascual. El sexo a hablar nos obliga a cada cual como digo; si es
hombre, “me voy contigo”; si es mujer, “me voy contiga”. ¿Por qué llamamos tortero al que elabora una torta, y
al sastre, que ternos corta no se le llama ternero? Como tampoco imagino, ni el diccionario me explica, por qué al
que gorros fabrica no se le llama gorrino. ¿Por qué las Josefas son por Pepitas conocidas, como si fueran
salidas de las tripas de un melón? ¿Por qué el de Cuenca no es cuenco, bodoque el
que va de boda, y al que los árboles poda no se le llama podenco? Cometa, está mal escrito y por
eso no me peta, ¿hay en el cielo cometa que cometa algún
delito? Y no habrá quien no conciba que el llamarle firmamento al
cielo, es un esperpento; ¿quién va a firmar allá arriba? ¿Es posible que persona alguna acepte el criterio de que
llamen monasterio donde no hay ninguna mona? Taco. ¿No es estrafalario que sirva para el billar, para un
trabuco atacar y de bloc del calendario? Si el que bebe es bebedor y el sitio es el bebedero
hay que llamar comedero a lo que hoy es comedor; comedor
será quien coma, como es bebedor quien bebe, y de esta
manera debe modificarse el idioma. ¿Y vuestra vista no mira, lo mismo que yo lo miro, que el que descerraja
un tiro dispara, pero no tira? Este verbo y más de mil
son de nuestro idioma el sarro: tira el que tira de un carro, no
el que dispara un fusil. De largo, sacan largueza en lugar de larguedad; y de corto,
cortedad en vez de sacar corteza. De igual manera me quejo al ver que un libro es un tomo;
será un tomo si lo tomo, y si no lo tomo, un dejo. Si se le llama mirón al que está mirando mucho, cuando
mucho ladre un chucho, hay que llamarle ladrón; porque la sílaba on
indica aumento, y extraño que a un ramo de gran tamaño no se le llame Ramón;
y, por la misma razón, si los que estáis escuchando un gran rato
estáis pasando, estáis pasando un ratón. ¿Y no es tremenda gansada, en los teatros, que sea denominada platea
lo que nunca platea nada? Señores, ¿y no es un asco y cosa de armar un cisco que al que
se llama Francisco aquí se le llame Frasco? Ese Párnaso que en Grecia fue templo de poesía donde el poeta
subía, es una palabra necia, pues a poco que analices la palabreja Par-naso,
¿no quiere decir, acaso, un hombre con dos narices? De la cárcel al rector se le llama carcelero; luego a quien es
director de una prisión, ¡por favor!, hay que llamar prisionero. ¿Puede darse, en general, al pasar del masculino a su nombre
femenino, nada más irracional? La hembra del cazo es caza; la del velo
es una vela; la del pelo es una pela, y la del plazo,
una plaza; la del correo, correa; la del mus, musa;
del can, cana; del mes, mesa; del pan, pana,
y del jaleo, jalea. Ya basta, para quedar convencido el más profano, que el idioma
castellano tiene mucho que arreglar; conque basta ya de historias; si, para
concluir, me dais cuatro palmas no temáis que yo os llame palmatorias. |
CONFERENCIA Señores: Voy a hacerles observar de modo muy liso y llano que es
preciso meter mano al idioma castellano donde hay mucho que arreglar. ¿Me quieren decir por qué, en tamaño y en esencia, hay esa
gran diferencia entre un buque y un buqué? ¿Por el acento? Pues yo, por esa insignificancia, no concibo
la distancia de presidio a presidió, ni de tomas a Tomás, ni
del topo al que topó, de un paleto a paletó, ni de colas a Colás; mas dejemos
el acento que convierte, como ves, las ingles en un inglés, y vamos con otro cuento. ¿A ustedes no les asombra que diciendo rico y rica, Paca y
Paca, chico y chica, no digamos hombre y hombra? Y la frase tan oída de “el marido y la mujer” ¿por qué no
tiene que ser “el marido y la marida”? ¿Por qué llamamos tortero al que elabora una torta, y al
sastre, que ternos corta, no se le llama ternero? Como tampoco imagino, ni el diccionario me explica, por qué al
que gorras fabrica no se le llama gorrino. ¿Por qué el de Cuenca no es cuenco, bodoque el que va de boda,
y al que los árboles poda no se le llama podenco? Cometa, está mal escrito y por eso no me peta; ¿hay en el
cielo cometa que cometa algún delito? Y no habrá quien no conciba que el llamarle firmamento al
cielo, es un esperpento; ¿quién va a firmar allá arriba? ¿Es posible que persona alguna acepte el criterio de que
llamen monasterio donde no hay ninguna mona? Taco. ¿No es estrafalario que sirva para el billar, para un
trabuco atacar y de bloc del calendario? Si el que bebe es bebedor y el sitio es el bebedero, hay que
llamar comedero a lo que hoy es comedor; comedor será quien coma, como es
bebedor quien bebe, y en este punto se debe modificar el idioma. ¿Y vuestra vista no mira, lo mismo que yo lo miro, que el que descerraja
un tiro dispara, pero no tira? Este verbo y más de mil
son de nuestro idioma el sarro: tira el que tira de un carro, no el que dispara
un fusil. El dar mucho es “con largueza”; mas ¿por qué no exceptuar el
pan, que, por mucho dar, se da siembre “con corteza”? Si se le llama mirón al que está mirando mucho, cuando mucho ladre
un chucho, hay que llamarle ladrón. Ese Párnaso que en Grecia fue templo de poesía donde el poeta
subía, es una palabra necia, pues a poco que analices la palabreja Par-naso,
¿no quiere decir, acaso, un hombre con dos narices? ¿Por qué las Josefas son por Pepitas conocidas, como si fueran
salidas de las tripas de un melón? Señores, ¿y no es un asco y cosa de armar un cisco que al que
se llama Francisco aquí se le llame Frasco? ¿Y no es tremenda gansada, en los teatros, que sea denominada
platea lo que no platea nada? ¿Puede darse, en general, al pasar del masculino a su nombre
femenino, nada más irracional? La hembra del cazo es caza; la del velo es una vela; la del
pelo es una pela, y la del plazo, una plaza; la del correo, correa; la del
mus, musa; del can, cana; del mes, mesa; del pan, pana, y del jaleo, jalea. Ya basta para quedar convencido el más profano, que el idioma
castellano tiene mucho que arreglar. |
Señores un servidor: Pedro Pérez Baticola, cual la Academia
Española, «limpia, fija y da esplendor». Pero yo lo hago mejor; y no son ganas de hablar, pues les voy
a demostrar que es preciso meter mano al idioma castellano donde hay mucho
que arreglar. ¿Me quieren decir por qué, en tamaño y en esencia, hay esa
gran diferencia entre un buque y un buqué? ¿Por el acento? Pues yo, por esa insignificancia, no concibo
la distancia de un presidio a presidió. Ni de tomas a Tomás, de un paleto a paletó ni de topo a que
topó ni de colas a Colás. Mas dejemos el acento que convierte, como ves, las ingles en
un inglés y vamos con otro cuento. ¿A ustedes no les asombra que diciendo chico y chica, majo y
maja, rico y rica no digamos hombre y hombra? Y la frase tan oída del marido y la mujer ¿por qué no tiene
que ser el marido y la marida? El sexo a hablar nos obliga a cada cual como digo; si es
hombre, me voy contigo; si es mujer, me voy contiga. ¿Por qué llamamos tortero al que elabora una torta y al sastre
que ternos corta no le llamamos ternero? Como tampoco imagino ni el diccionario me explica por qué al
que gorros fabrica no se le llama gorrino. ¿Por qué las Josefas son por Pepitas conocidas, como si fueran
salidas de las tripas de un melón? ¿Por qué el de Cuenca no es cuenco, bodoque el que va de boda,
y al que los árboles poda no se le llama podenco? Cometa está mal escrito y por eso no me peta; ¿hay en el cielo
un cometa que cometa algún delito? Y no habrá quien no conciba que llamarle firmamento al cielo,
es un esperpento; ¿quién va a firmar allá arriba? ¿Y es posible que persona alguna acepte el criterio de que
llamen monasterio donde no hay ninguna mona? De igual manera me quejo al ver que un libro es un tomo; será
un tomo si lo tomo y si no lo tomo, un dejo. De largo sacan largueza en lugar de larguedad; y de corto,
cortedad, en vez de sacar corteza. Si el que bebe es bebedor, el sitio es el bebedero, y hay que
llamar comedero a lo que hoy es comedor. Comedor será quien coma, como es bebedor quien bebe: y de esta
manera debe modificarse el idioma. ¿Y vuestra vista no mira lo mismo que yo lo miro, que quien
descerreja un tiro dispara, pero no tira? Este verbo y más de mil en nuestro idioma es un barro; tira el
que tira del carro, no quien dispara un fusil. Si se le llama mirón al que está mirando mucho, cuando ladre
mucho un chucho, hay que llamarle ladrón; porque la sílaba –on indica aumento, y extraño que a un ramo
de gran tamaño no se le llame Ramón. Y, por la misma razón, si los que estáis escuchando un buen
rato estáis pasando, estáis pasando un ratón. ¿Y no es tremenda gansada en los teatros que sea denominada
platea lo que nunca platea nada? De la cárcel al rector se le llama carcelero; luego a quien es
director de una prisión, ¡por favor! hay que llamar prisionero. Ya basta para quedar convencido el más profano que el idioma
castellano tiene mucho que arreglar. Aquí se acaba la historia. Si ahora, para terminar, unas
palmadas me dan, ustedes no extrañarán que les llame palmatorias. |