Parece un instrumento de música, un fagot; y le faltaba un nombre que permitiese su aceptación por el Ejército.
Desengáñese, lector: ya ve usted todos los demás: «Remington», «Chasepot»... pero ¿quién va a tirar con un «López»?
"Memorias
de un sietemesino" es una novela episódica y humorística, publicada en
1919, del coronel de Ingenieros (retirado) don Pablo Parellada Molas,
muy popular entonces y conocido como 'Melitón González'.
Esas
‘Memorias’ lo son de don Claudio Béjar, oficial de Infantería, retirado del
Ejército a petición propia, y firmadas a cinco kilómetros de Málaga en
noviembre de 1879.
En el capítulo II de la segunda parte de la novela se cuenta que el teniente Claudio Béjar hace tránsito en Madrid, en su viaje por FFCC de Pamplona a Málaga, donde embarcará en un vapor con destino a Las Palmas, guarnición a la que fue destinado. En la calle Arenal se cruza con el Capitán Ondítegui, conocido suyo, quién le cuenta cómo la inventiva permite ascender en el escalafón militar…
-¿Y qué te trae por
Madrid?
-¡Ah! Un invento mío. Me he metido a inventor, no hay más remedio: como se han terminado la campaña carlista y la de Cuba, estamos en la época de procurarnos ascensos por medio de inventos, escribiendo libros y Memorias o haciendo cualquier cosa que, aun cuando no sea de utilidad, revele aplicación, laboriosidad y amor al servicio.
Te recomiendo hagas lo mismo si no quieres verte a la cola del escalafón[1].
Ya ves, a Pérez le han dado el grado de capitán por un pañuelo para la tropa, donde ha estampado el escudo de España y, alrededor, toda clase de calzado llevado por los ejércitos[2], desde la abarca[3] fenicia hasta la moderna alpargata española[4]; a Gómez, el empleo de comandante por arreglar los papeles de un archivo en el Ministerio; a López, el empleo de teniente coronel por su fusil cafetera lavativa; más de doscientos grados y empleos por otros tantos telémetros, incluso el telémetro flauta; y por centenares de modelos de ollas para rancho y de camas para la tropa; y por libros, no digamos “El arado y la bayoneta”, “La transpiración cutánea del soldado”, “La trayectoria del proyectil en el planeta Venus”. En fin, hasta los artículos del recluta[5] con viñetas para que se entiendan mejor.
Total: hay que hacer algo. Tú que
tienes pujos de poeta, ¿por qué no escribes los artículos del recluta en
aleluyas? Tendrías un éxito:
El quinto[6] recién
llegado
a una escuadra es destinado.
De su cabo aprenderá
lo que este le enseñará.
En oyendo tocar “Diana”
sacudirá la galbana[7].
Y con la influencia de tu tío el
canónigo, te valdría un gradito o tal vez el empleo inmediato.
-¿Y tú que has
inventado?
-La cachiporra
topográfica. No dejes de verla: está en el Ministerio, donde la tienen a
informe.
Quedé en ir a ver el invento de Ondítegui, y
nos despedimos.
(…)
Me llegué al Ministerio a ver el invento de Ondítegui.
Allí estaba el inventor y me hizo explicación minuciosa del invento, merecedor de recompensa, porque no es poco ingenio meter dentro de un gran bastón o cachiporra todos los objetos y aparatos necesarios para levantar planos en campaña.
Claro está que el bastón no era macizo: la caña estaba formada por un tubo de palastro como el de las estufas, y el puño semejaba un puchero de regulares dimensiones; dentro del tubo y del puño se encerraba una brújula, una cinta métrica, un telémetro, un heliógrafo, un trípode hecho con tres varillas de paraguas, papel, lápiz, goma y una porción de cosas más.
Había de llevarse al hombro. Se desarmaba en menos de media hora y se volvía a armar en poco más de una si se había tenido cuidado de ir recogiendo el sinfín de tornillos en una espuerta.
Además, tenía la ventaja de poderse meter en la cachiporra topográfica cuantos aparatos fuesen menester: todo se reducía a aumentar el diámetro del tubo y el volumen de puño.
Algunos meses después, estando yo en Canarias, supe que, por la cachiporra topográfica, la habían dado a Ondítegui el grado de comandante.
De lo que no volví a saber ni se habló más
fue del invento.
***
EL REGIMIENTO DE LUPIÓN es título de una divertida comedia en prosa estrenada en enero de 1898, escrita por Pablo Parellada, autor de esta novela.
En ella se cuenta de
un nuevo fusil que derribó un globo de los Ingenieros durante unas maniobras:
el FUSIL LÓPEZ.
Leamos: «Memoria descriptiva del fusil «López» inventado por el cabo López, alumno de la Escuela de ingenieros de Montes.»
Decía el cabo López que, una vez hecha la puntería, ésta se pierde por el movimiento de la mano que dispara; esto es lógico.
Pues bien; por medio de un tubo, que viene de un novedoso percutor pneumático a la boca, se sopla y se dispara en la más completa inmovilidad.
Parece un instrumento de música, un fagot; y le faltaba un nombre que permitiese su aceptación por el Ejército.
Desengáñese, lector: ya ve usted todos los demás: «Remington»,
«Chasepot»... pero ¿quién va a tirar con un « López?
[1]
ANTIGÜEDAD . f. El tiempo de servicio que se cuenta en cualquiera graduación.
La antigüedad da derecho al mando ; así es , que en todas las ocasiones que se
reúnan varios oficiales de un mismo empleo para cualquiera operación militar,
aunque alguno de ellos tenga grado superior al más antiguo, le corresponde à
este mandar á los demás. En tiempo de Cárlos III era al contrario; el mas
graduado tomaba el mando de las armas , aunque fuera el más moderno de todos
los oficiales allí presentes .
[2]
CALZADO MILITAR . Bajo este nombre se comprende el que reciben los soldados de
las diferentes armas , como los zapatos, botines , alpargatas , borceguíes y
botas de montar.
[3]
ABARCA: f. Calzado de cuero o de caucho que cubre solo la planta de los pies y
se asegura con cuerdas o correas sobre el empeine y el tobillo.
[4]
ALPARGATA . s . f. Calzado ligero hecho de cáñamo , muy parecido á las antiguas
sandalias. Le usa hoy la infantería española como de reglamento , para las
marchas , en vista de la adopción voluntaria que de él ha hecho el soldado .
[5]
RECLUTA . Soldado nuevo que tiene ingreso en las filas por medio de sorteo ó
enganche voluntario . En el primer caso, la edad del recluta es desde la de 20
años en adelante; en el segundo se admiten de alguna menos, siempre que reúnan
la robustez y aptitud necesarias para el servicio.
[6]
QUINTO . El mozo que por suerte tiene que servir de soldado . Dado de alta en
el cuerpo á que se le destina, toma el nombre de recluta .