"Suele así castigar la Providencia al hombre que carece de conciencia."
SUCEDIÓ ALGUNA VEZ.
Por un pueblo, al pasar como centella,
una moto atropella
a un chiquillo y lo mata
o lo hiere; y así que se percata
del hecho el conductor,
velocidad mayor a su máquina imprime,
y de este modo el conductor se exime
de la indemnización y del proceso;
corre a todo correr, y ahí queda eso.
Vértigo es su carrera.
Cuanto á su lado, por la carretera,
pasa, ni oye ni ve pasar; de modo
que, al tomar un recodo, un auto viene, pero no lo advierte;
el auto lo atropella, y cae inerte.
El chofer sólo piensa en escapar
sin pararse a mirar
si quien queda en el suelo sin sentido
está tan sólo herido
y, en caso tal, llevarle
donde pueda algún médico curarle,
pues procediendo así, caso fortuito
es cualquier atropello, no un delito,
y así no procediendo, lo casual
se convierte en un hecho criminal.
El acelerador pisa el chofer;
una velocidad llega a obtener
que el Código condena,
y no ve qué está echada la cadena
que, de un paso a nivel, el paso impide,
la rompe el auto, y esto coincide
con un rápido tren que al sitio llega
y al automóvil pega
topetazo tan fuerte,
que allí encuentra el chofer rápida muerte.
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Murieron el chofer y el conductor;
su propia falta fué el ejecutor.
Suele así castigar la Providencia
al hombre que carece de conciencia.