"Que quienes en la calle cometieron tales desaguisados no fueron ni los Tales ni los Cuales según afirman varios; que fueron, como suele pasar siempre, elementos extraños."
ELEMENTOS EXTRAÑOS.
Los papas han salido de visitas; en casa, mientras tanto, se quedan á sus anchas los dos nenes, Periquito y Mariano.
Los esposos observan á la vuelta que está abierto el armario y faltan tres naranjas mandarinas y seis ó siete plátanos; por el suelo se ven, de aquellas frutas, los pellejos tirados; papá y á mamá los niños miran mustios y cabizbajos.
Pregúntales el padre: ¿Quién ha sido el que ha metido mano, sin permiso pedirnos, á la fruta guardada en el armario?
La barbilla se rascan los dos niños; tienen saliente el labio inferior, y en sus ojos se percibe el incipiente llanto, y dice la señora, enternecida:
-No les riñas, Eustaquio, porque son incapaces de esas cosas Periquito y Mariano. ¿No es verdad que vosotros no habéis sido? ¿Verdad que ha sido el gato?
Y contestan que sí, naturalmente, las cabecitas de ambos.
-Resumen -dice el padre- que los nenes la fruta no tocaron. Comiéronse la fruta, por lo visto, elementos extraños.
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Los Tales ó los Cuales, da lo mismo, se han encalabrinado y piden cualquier cosa, por ejemplo. más fresco en el verano.
Vengan mítines, manifestaciones, pasquines, gritos, paros...
A la calle se lanza numeroso grupo de ciudadanos con el objeto de manifestarse interrumpiendo el tránsito.
De pronto, vense tres ó cuatro piedras por el aire volando; una da en los magníficos cristales de una tienda de paños; otra da en la cabeza de un niñito que lo llevan en brazos; pasa una joven muy hermosa y oye tan soeces vocablos, que tiene que taparse los oídos; su esposo, que va al lado, protesta de tamaña desvergüenza, y le dan de estacazos.
Terminado el jollín, al otro día, mandáis comprar el diario y pensáis encontrar en sus columnas lo natural del caso, ó sea: que á los Tales ó á los Cuales los han enchiquerado, pues rompieron cristales de una tienda, á una chica insultaron é hirieron en la cresta á un pobrecillo niñito de dos años.
Pues, no, señor; lo que hay en el periódico es todo lo contrario: protesta de los Tales ó los Cuales, jurando y perjurando que todos son personas excelentes, casi, casi, unos santos.
Que quienes en la calle cometieron tales desaguisados no fueron ni los Tales ni los Cuales según afirman varios; que fueron, como suele pasar siempre, elementos extraños.