Publicado en la revista ilustrada BLANCO Y NEGRO, Madrid 30-12-1893 página 7
El soldado de fusileros recibe un
potaje por la mañana y el mismo menú por la tarde. El alimento resulta escaso,
reiterativo, insípido y poco nutritivo; en la dieta del soldado entran exclusivamente
patatas, alubias, arroz, garbanzos y fideos, guisados con un poco de tocino o aceite,
y pimentón. El rancho sobra en ocasiones, es cierto -y de él dan cuenta los
indigentes que se agolpan a la puerta del cuartel-, pero no porque los soldados
estén saciados, sino porque los soldados
están cansados de él debido a su monotonía y mal condimento (…)
(…) El rancho se confecciona por
compañías, repartiéndose al aire libre y de la olla común, con lo cual, si el
primero en ser servido tiene la suerte de recibir la comida caliente, al último
le llega fría, y si aquél recibe la parte sólida del menú, a éste sólo le llega
el caldo.
Esta situación se ve empeorada al
no disponerse de mesas ni de locales apropiados donde el soldado pueda consumir
su comida con cierta comodidad, viéndose obligado a hacer lo pie o sentado en
el suelo del patio de cuartel o, si se le permite, en su propia cama (…).